LA PREGUNTA QUE SIEMPRE TE DEBERÍAS HACER…
Las preguntas que nos hacemos determinan la calidad de nuestras vidas.
En función de las preguntas que nos hacemos, buscamos las respuestas.
Estas respuestas configuran nuestro diálogo interior.
Nuestro diálogo interior determina cómo nos sentimos.
Cómo nos sentimos determina las acciones que tomamos a diario.
Y por último, nuestras acciones determinan la vida que creamos.
Así que sí, las preguntas que nos hacemos son realmente importantes.
Muchas veces habrás oído que la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos importa. Pero quizás no hayas sido consciente de hasta qué punto.
Hay una pregunta que siempre, siempre, siempre nos deberíamos hacer.
Y esa pregunta es, “¿PARA QUÉ? "
Es fundamental conocer nuestros “¿PARA QUÉ?”.
Conocer nuestra motivación y saber desde el primer momento si vamos a mantener nuestras intenciones o no. Si tenemos un motor lo suficientemente potente para llevarlo a cabo.
Hay 3 pasos que siempre te recomendaría seguir al definir tu “¿PARA QUÉ?”:
SER SINCERO CONTIGO MISMO.
Contestar a esta pregunta con total sinceridad, no pensando en lo que “queda bien” y se vería bien desde fuera. Sino contestando con total honestidad conectando contigo mismo.
COMPROBAR SI TU MOTIVACIÓN ESTÁ EN LÍNEA CON TUS VALORES PRINCIPALES.
Si no está relacionado con tus valores, está destinada al fracaso antes de empezar. Si quieres saber más sobre la importancia de definir nuestros valores principales puedes leer más aquí.
SER CONSCIENTE DE QUE EN FUNCIÓN A CÓMO DEFINAS TU “PARA QUÉ” EL RESULTADO SERÁ TOTALMENTE DIFERENTE.
Te voy a dar un ejemplo: Quieres introducir un nuevo hábito en tu rutina que está directamente relacionado con uno de tus valores principales como puede ser la “salud”. Has decidido “cuidarte más y salir a correr una vez a la semana y practicar yoga dos días a la semana”.
Opción 1: Tú para qué es “para que los demás me vean mejor”.
Opción 2: Tú para qué es “ para sentirme mejor, tener más energía y poder disfrutar más del tiempo que paso con mis hijos”.
La segunda forma de definir tú “para qué” es mucho más potente que la primera. ¿Por qué?
Depende de ti. Pones el foco en lo que está bajo tu control y de esta manera es mucho más fácil que lo consigas sin sentirte frustrado por el camino.
No se centra sólo en el resultado final, sino en disfrutar de todo el proceso. Esto facilita que tu cerebro vaya asociando la actividad en sí con una situación placentera, independientemente del resultado final. El hecho de hacerlo ya es un éxito.
3. Tienes un impulso mayor, como puede ser disfrutar más de tus hijos. No estás buscando una aprobación externa.
Conocer tus “para que” te van a ayudar a saber si de verdad quieres empezar a hacer esa nueva actividad. Y lo más importante, mantenerlo en el tiempo sin tanto esfuerzo.
Cuando haces este proceso va a ser mucho más fácil mantener aquellas actividades que de verdad son importantes para ti.
Espero que te haya servido y a partir de ahora lo empieces a poner en práctica,
Siempre que quieras, me puedes escribir por instagram y hablamos.
Un abrazo,
Adri